César Quintanilla, ya preparado para disfrutar las fiestas de la villa.

César Quintanilla, ya preparado para disfrutar las fiestas .

|Por César Quintanilla|

Surgen cada primavera nuevas hojas en las ramas de los árboles, toman forma y color los retoños de las flores, es así y siempre se cumplirá ese ciclo de vida, no importa que el otoño aceche porque volverá puntual la primavera. Cada año cuando el mes de agosto espera su turno, comienzan a latir los corazones sobre todo los que un día salieron de aquel Mar de Pinares, de sus plazas, de sus calles, del hogar que les vio nacer, de la gente que les vio crecer, dejaron como yo dejé la infancia y también la juventud. Y como los tallos de las flores o los jóvenes árboles, crecen llevándose sus recuerdos, sus querencias, las tradiciones heredadas de sus padres que con el tiempo a veces se quedan en el camino y a veces aún crecen más porque se las riega con el mimo justo de la vida y agradecimiento. Llega nuestra fiesta, la más querida, la más esperada y con ella brota el entusiasmo por querer estar atrapado sus fauces…

¿Qué se siente desde lejos ?… ¿ Y… cuando no puedes estar presente qué te pasa por la mente ?. Nací en un año justo, crecí y aún recuerdo ver entrar los toros a la Plaza Mayor. De los casi 42 años que llevó fuera de mi pueblo, muchos de ellos he sentido punzadas de inquietud que con las ausencias obligadas hicieron que llorara como un chiquillo… Finales de los 50, los 60 pasaron volando casi como el nacimiento de esas flores, luego el ciclo se relaja y al llegar los 70 nacen distintos sentimientos, te estancas noqueriendo que las hojas de la juventud caigan y reniegas a muchas razones. De repente esa tela de araña que teje la vida, te atrapa y te traslada, luchas y pierdes la batalla, lloras y te rindes dejando que te arrastre la fuerza del paso de los años.

¿Qué clase de semilla es esa que cada mes de agosto se abre entre tu corazón ?. De los casi 42 años que llevó fuera de mi pueblo, muchos de ellos he sentido punzadas de inquietud que con las ausencias obligadas hicieron que llorara como un chiquillo… Pasas cada amanecer imaginando, ya estará todo a punto, ves La Rueda y tu imaginación pone la música de las jotas, miras y sin ver, notas que estas subido en una talanquera, nervioso porque ya vienen, se te encoge el alma imaginando la bajada de El Embudo, sientes escalofríos sin remediar que se cristalicen tus ojos… es tu fiesta y tu no estás. “…se te encoge el alma imaginando la bajada de El Embudo, sientes escalofríos sin remediar que se cristalicen tus ojos… es tu fiesta y tu no estás”Pongo la mano en el fuego al decir que con toda seguridad que mis sentimientos son los mismos que los de cientos de Cuellaranos cuando se han visto obligados a vivir las fiestas bajo su imaginación y desde muy lejos de esa algarabía popular, seguro estoy de que no me quemaría. Hay que contar también que cuando desde lejos puedes llegarte a “Los Toros”, dejas que se inunde todo tu cuerpo de alegría. Si el Pregón te hace sentir dolor de ausencia cuando no estás, sientes todo lo contrario mezclándote con tu gente, es el éxtasis del “A por Ellos” el que hace que esta vez de alegría llores aún con más fuerza todavía .