|Por Rubén Arranz. Candidato nº 4 en la lista de Podemos a las Cortes de CyL.|
Durante las dos últimas semanas, los “adanes” (Mariano dixit) de los círculos de resistencia popular, hemos dejado nuestros perros en Venezuela y escondido nuestras flautas en los zulos, para iniciar una nueva aventura por los campos primaverales de Castilla. En mi opinión, no solamente hemos demostrado que podemos cambiar los métodos de trabajo, transformar el modo de hacer la política y crecer como individuos en el espacio colectivo. Hemos ido mucho más allá de un insulso eslogan sin alma y renegado de las campañas financiadas con el dinero de los “banksters”. Hemos sido censurados por medios de comunicación como El Adelantado de Segovia y sentido el dolor, sin expresión, de sus trabajadores amordazados. Ojalá la espada de Damocles bascule pronto sobre los corruptos y consigamos reciclar sus ataduras en sus mortajas. Pero ya es difícil, a estas alturas, doblegar nuestra voluntad con mentiras redundantes. Estamos convencidos en que es posible el cambio y les venceremos. No somos amargados, ni negativos, ni hacemos castillos en el aire. No se nos atraganta ni el desayuno, ni almuerzo, ni la cena, los que aún podemos disfrutar de tres comidas. Estamos bien felices porque les hemos visto muy guapos en las fotos y nerviosos en sus autocomplacientes discursos. Ya estamos disfrutando de la transformación. Nuestra paisana Silvia cambió los tacones por botas katiuskas. Una imagen bonita de una mujer hermosa. A Juan Vicente, sin embargo, tantos años en el poder no le han sentado tan bien. Le vimos zafio, torpe, desatinado, demagogo, populista. A falta de talento con la batería y escaso de argumentos en su discurso, tiró con los recursos de un hooligan. ¡Ahí, ahí. Plantadora! Así animaba el mitin de la consejera desde la platea. Ambos venían de doblar la espalda para una foto. Para que la enmarquen los que aun creen en los superpoderes de la vieja política. También vimos a Jesús muy cambiado. De largo fue el mejor mitin de la mañana, estuvo por encima de sus correligionarios. Hizo proselitismo para la marca de la gaviota con brillantez. Como si nunca nos hubiera cagado. Como si nunca le hubieran chuleado. Como la novia que manipula, rompe sistemáticamente sus promesas, pero nos tiene encoñados. Le queda muy mal la capa de superhéroe a nuestro vecino. Desconocemos que le han prometido ahora. Pero soltó el mantra de la recuperación con convencimiento y restregó la mano por el lomo de los que le usan para un polvo cada cuatro años. ¡Ahí, ahí, Alcalde! Le animaba el entusiasta hooligan de la primera fila. Supongo que la autosugestión, el coro de fanboys, el grupo de palmeros y no tener enemigos, te despegan del suelo. Como Supermán. Habitamos en un país que no tiene memoria, ni a corto, medio o largo plazo. Convivimos con unos medios de comunicación que refuerzan el alzhéimer colectivo. Nos han acostumbrado a la “infoxicación”, en el mejor de los casos, a la censura y a la burda manipulación, en el peor. Pero cada vez que salimos y tomamos el pulso de la sociedad civil en las plazas, más nos reafirmamos en nuestro compromiso. Cada vez somos más. Y pase lo que pase este domingo, nosotros seguiremos en las calles desafiando a nuestros convecinos para que piensen. Hay alternativas. Pero reconozcamos antes los delirios de grandeza de los viejos adalides de la libertad. Diagnostiquemos con precisión las demencias seniles que nos quieren colar como la vieja Esperanza. Podemos evitar el apocalipsis zombi. Con acción mutante.