|Por Francisco Salamanca|

Novillos de Coquilla de Sánchez Arjona, estrechos, flojos de presentación excepto el 3º, encastados y con fijeza todos, menos el 2º, único de origen Domecq. Bravos el 3ª y 6º. Se lidió un sobrero de Guadajira en sustitución del 5º, devuelto por invalidez y que había sido sedado por la mañana en el encierro. Todos los Coquillas murieron con la boca cerrada. Algo menos de un cuarto de entrada.

Álvaro Lorenzo, de azul pavo y oro con cabos blancos, estuvo muy por debajo de los novillos. Con su estrecho primero no se acopló en ningún momento, mandándole al desolladero tras una estocada caída. Con el cuarto lo intentó, pero había que poderle por abajo, sin dudas, y el torero manchego no estuvo por la labor. Lo mejor cuando le dio distancia en la tercera serie con la muleta pero echándose el novillo a las afueras. Mato mál y como en el primero se silenció su labor.

Ginés Marín, de verde albahaca y oro tuvo el peor lote, a su primero, que flojeó de salida y se rajó en los inicios de la muleta tuvo que torearle en tablas y sacar su mejor repertorio para llegar al público, demostró técnica y ganas de agradar, pero faltó la sustancia, el toro. Mató de estocada caída y descabello, obteniendo algunas palmas. Con el de Guadajira, estuvo pinturero con el capote. Dos pares excelentes de Francisco J. Aragón Ambel que tuvo que desmonterarse. El novillo se rajo en la segunda serie y Ginés realizó una faena de recursos en la cara del novillo al hilo de las tablas, que le costó un revolcón y de la que obtuvo una oreja, con pitada a la presidencia por negarle la segunda, con buen criterio, tras un bajonazo infame.

Andrés Roca Rey, de salmón y oro con cabos blancos, novillero peruano que ha triunfado donde ha toreado trajo gente a la plaza, y es que se hace muy difícil no seguir a este chaval de 17 años allá donde toree. Pregonado como futura figura del toreo, con el permiso de los de negro, no defraudó a nadie. En su primero, el mejor de la tarde, pero complicado realizó un quite por gaoneras por detrás con faroles, espectacular, con la muleta mostró oficio, quietud, valor natural, sitio, mano baja, sentido de la lidia, gusto y torería. Mató de estocada atravesada que requirió de la cruceta, obteniendo una oreja. Con el sexto, el más complicado del encierro, volvió a lucirse en un quite por chicuelinas. Al novillo, de embestida desagradable le consintió lo que no está en los escritos, llevándole a su terreno y realizando una faena de menos a más con algún natural de infarto. Mato arriba, pero después de un metisaca, logrando una oreja y la salida a hombros por la puerta grande.