| Texto y fotografías de Pablo Quevedo Senovilla |

Muy cerca de Cuéllar, disponemos de una parte de esos 25 millones de bellotas a la espera de convertirse en, al menos, unos 2,5 millones de árboles en un tiempo de 25 años.

Esto significa que un niño que en estos días decida plantar bellotas, podrá vivir en un entorno natural de Cuéllar mucho más verde si esto lo repiten año tras año muchos otros niños de la comarca.

He observado que el monte de los Torres presenta cientos de bellotas abandonadas. Y supongo que no habría ningún problema en recogerlas y sembrarlas ya, pues el terreno está con humedad suficiente para su germinación.

Sería interesante la implicación de las asociaciones de la comarca cuellarana y también de los colegios, como ya está ocurriendo en otros lugares de España.

Es lo que denominan la Gran Bellotada Ibérica, una iniciativa popular que pretende frenar la desertificación y el cambio climático. Se trata de sembrar más conciencia para que los niños de nuestros pueblos, a la postre, sigan viendo  cigüeñas, golondrinas, cucos, milanos, arrendajos, mirlos, oropéndolas, gorriones, águilas, vencejos, avefrías, cogujadas…

Es una ONG extremeña la que comenzó hace unos meses esta gran bellotada, un movimiento que ya resulta imparable. Cerca de 1.500 células de voluntarios de todo el país están recibiendo formación para recolectar las semillas de encinas, robles y alcornoques, entre otras especies del género quercus, para luego sembrarlas en zonas degradadas o deforestadas, como las que podemos tener en los alrededores de Cuéllar.

En algunos lugares, los resultados empiezan a estar a la vista, gracias a la colaboración de ayuntamientos, organizaciones conservacionistas o administraciones de gestión medioambiental.

El objetivo es formar a los paisanos con conocimientos básicos y recuperar la cultura del bosque, según explica Rodrigo Ibarrondo, quien está al frente de la asociación Reforest-Acción y creador del proyecto.

La bellota es una semilla muy eficiente, ya que entre el 10% y el 20% logran prosperar y convertirse en árboles, incluso en suelos tan pobres y degradados como los que tenemos en Cuéllar.

Pueden recolectarse del árbol o del suelo. Hay que asegurarse de que están maduras. Deben ser duras, brillantes y de un marrón intenso. La última prueba consiste en meterlas en un cubo de agua, de tal forma que las que floten se desechan. Las que valen, deben almacenarse en un lugar fresco y oscuro.

Para colocar una bellota en el suelo basta hacer un agujero con un palo con punta o azada. El agujero no debe ser demasiado hondo, con el fin de que la planta se abra paso, ni tampoco demasiado superficial, para que no se las coman los animales o las seque el sol.

Lo mejor es esconder la plantación a la sombra de un arbusto, con el fin de proteger al futuro retoño.

Finalmente, se introduce la semilla en posición horizontal y se pisa el hoyo sin dejar huella. Solo hay que esperar a que la naturaleza haga su magia.

¿Dónde sembrar? Puede hacerse en cualquier sitio, laderas, ribazos, lastras, en todos los terrenos perdidos que no tengan aprovechamiento.

Yo mismo lo he llegado a hacer en el paraje de Las Maravillas, comprobando con el tiempo que buena parte de las plantaciones han salido adelante.

No hay normativa que impida la siembra de bellotas, siempre que sea de especies autóctonas y locales.

Lo que sí es preciso es saber si los terrenos donde se va a efectuar la plantación son montes públicos, comunales o privados, en cuyo caso conviene pedir permiso a los propietarios o a la administración que corresponda.

En nuestra provincia, son varias las iniciativas desarrolladas en distintos pueblos. La asamblea segoviana contra el cambio climático va a reforestar varias zonas de la capital con 15.000 bellotas.

¿Por qué en Cuéllar no va a ser posible llevar a cabo algo similar que tan beneficioso puede resultar para nuestro entorno natural?