|Por Juan Ramón Aguado|

Henos aquí en el año 2.014, echando los primeros pasos en este siglo XXI, que no ha hecho más que empezar y parece, por los indicios que nos va dando en estos lustros iniciales, que promete emociones fuertes. Así, los tiempos en los que la vida era previsible, cuando la gente hacía planes de futuro, han quedado atrás y ahora los entendidos dicen que eso pasó de moda y que hay que vivir al día; que lo de tener una casa; un lugar donde estar; unos amigos de toda la vida;… son tendencias acomodaticias propias de gente sin ambiciones. Los expertos aseguran de manera insistente, que no somos suficientemente productivos y que tenemos que aplicarnos más: que si los del norte tal, que si el F.M.I. dice; que si los Ahora los entendidos dicen que eso pasó de moda y que hay que vivir al día mercados financieros necesitan; que si otros sacan mejores notas;… En fin, en todas estas cuestiones considero yo, que no viene nada mal aplicar lo que se solía llamar “el sentido común” y no creerse a pie juntillas, los desaires que nos lanzan al rostro esos señores y señoras, que cobran 50 veces más y trabajan mucho menos; como mínimo se derraman entre sus palabras ciertas sombras de sospecha. Quizás sea eso, ese “sensus commune” el que permitió que en mayo de este mismo año surgiera la sorpresa en las elecciones europeas y un grupo para muchos desconocido, multiplicara por cinco o por seis las expectativas que le daban las encuestas. Naturalmente me refiero al grupo “Podemos”, ese que encabeza Pablo Iglesias y que a algunos les cae tan bien y a otros tan mal. En realidad, para los que vienen siguiendo la dinámica social de los últimos tiempos, tal sorpresa no fue tan mayúscula, ya que se evidencia que el surgimiento de Podemos es, ni más ni menos, que el resultado de una corriente de fondo, que venía cobrando fuerza desde hace tiempo; muchos agoreros pensaron que los sucesos del 15M fueron flores pasajeras, pero claramente se equivocaban y la conciencia colectiva de esta sociedad, se vio impregnada de la frescura que aquellos acontecimientos aportaron; sembrando así semillas que con un poco de paciencia han ido produciendo brotes.

En aquella noche electoral, muchos descubrieron ese potente personaje mediático que es Pablo Iglesias; recordaron entonces a un tipo con pelo largo y coleta, que de pasada habían visto en alguna tertulia y empezaron a tirar de hemeroteca y el globo que había surgido en aquella madrugada, se fue inflando progresivamente, hasta convertirse en “El sueño de esperanza”, que muchos han colocado en su pléyade de héroes o “La bestia roja”, que otros sitúan en sus más terribles pesadillas. Pero emplazados en este escenario, parece que aún quedan muchas preguntas que responder o incluso que estas son más abundantes aun, que antes de la aparición de este grupo político de nombre extraño; que ni siquiera puede reducirse a un conjunto de siglas: ¿Izquierda o derecha? ¿dogmático o anárquico? ¿Populista o con sentido de estado? ¿Héroes o villanos?… Cuestiones difíciles de dilucidar en el fárrago que extienden los medios de comunicación mayoritarios a golpe de tertulia y de titulares extravagantes. En cualquier caso, yo por mi cuenta y riesgo, voy a intentar aportar un punto de vista, naturalmente el mío; el de alguien por otra parte, que lleva unos años dando vueltas por estos derroteros ideológicos. Intentaré pues, exponer mi visión sobre las cuestiones esenciales que definen a “Podemos”, ahora que uno de sus círculos, está intentando fructificar en Cuéllar. Entiéndase que lo que escribo, no es un compendio de proclamas propagandísticas con ánimo de reclutar a nadie; sino una colección de reflexiones, que lo único que pretenden crear es debate:

  • Un buen punto inicial, sería abordar la cuestión más visible, el liderazgo; tema este en el que la figura de Pablo Iglesias destaca como elemento germinador e impulsor de toda la historia que estamos contando. Se pueden leer por las redes diversas críticas a este respecto, que básicamente vienen a remarcar el pecado de exceso que en esta cuestión estaría cometiendo el susodicho. Sin embargo, la explicación aportada parece bastante convincente: “Un grupo político nuevo, sin recursos financieros, ni vinculaciones con entidades bancarias; sin conexiones mediáticas con los emporios de la comunicación; tenía que aprovechar el tirón de alguien como Pablo; una persona acostumbrada a los platós televisivos (en su programa de Internet “La tuerca” y posteriormente también Fort Apache) y con una formación política de indudable peso. Así ese empuje pudo fructificar gracias al impacto que produjeron sus intervenciones en “La Sexta Noche” y sus secuelas en otros programas. Pero una vez generado este movimiento de dominó, se hacía necesario desactivarlo, ya que esta situación contrasta radicalmente con uno de los pilares políticos primarios de la formación, como es el punto de que son las asambleas y la participación ciudadana, las que han de llevar el protagonismo de las formulaciones ideológicas y las iniciativas y en consecuencia, la presencia de un liderazgo personalista, entraría en conflicto irremediablemente con el mencionado concepto. En este sentido parece caminar la progresiva presencia de otros integrantes de Podemos en los medios de comunicación y en la propia web del grupo; de tal manera que la cara de Pablo Iglesias, ha ido sustituyéndose por otras en muchos escenarios.
  • Tirando del sedal lanzado en el punto anterior, es interesante entrar en la cuestión asamblearia. Este concepto, que uno puede encontrar ya en los escritos que los antiguos griegos nos legaron, ha venido formando parte de diversos constructos filosófico-ideológicos y especialmente de los movimientos libertarios del siglo anterior. Sin lugar a dudas el principal adjetivo al que se la ha vinculado siempre ha sido el de utópico, por no decir imposible y sin embargo a El estado de nuestra “convaleciente democracia”, tiene mucho que ver con la apatía que el conjunto social ha demostrado hacia ellacaballo entre el 15M y el grupo Podemos, ha emergido de nuevo a la palestra con bríos renovados. Situados en el asunto, la pretensión de plantear un gobierno basado en las decisiones de una asamblea de ciudadanos, se aparece como algo deseable, pero en la práctica irresoluble; un idílico sueño que a la postre se convierte en una pesadilla insufrible. Pero realmente es inteligente abandonar este concepto; obviamente, el estado de nuestra “convaleciente democracia”, tiene mucho que ver con la apatía que el conjunto social ha demostrado hacia ella; la indiferencia generalizada y por otra parte impulsada desde muchos ámbitos del poder, es claramente la causa principal que ha permitido el contagio de corruptelas que sufren nuestras instituciones; cuando la mentira, el robo o la manipulación no tienen consecuencias, los merodeadores de oportunidades siempre pillan cacho en el pastel de la opulencia. Por consiguiente, la participación social en la vida política es un elemento indispensable e irremediable, para que esta sea medianamente sana y en este sentido las iniciativas que buscan una ampliación drástica de esta, no son en absoluto utópicas, sino más bien al contrario; son la única tendencia que puede arrojar algo de luz en el fango en el que vivimos.
  • Sin embargo, más de uno argumentará aquella frase tan repetida de que “la gente no sabe lo que se hace”; un argumento que por otra parte no resulta nada convincente, si tenemos en cuenta que siempre se lanza en tercera persona; eximiendo al propio yo de la ignorancia de la que se acusa al resto. En cualquier caso resulta evidente, que la maquinaria política actual no está pensada para la participación ciudadana, sino todo lo contrario, busca la inhibición, el Resulta evidente, que la maquinaria política actual no está pensada para la participación ciudadanadesinterés; de la misma manera, se puede plantear sin equívoco, que la preparación media para tales cuestiones es baja; lo cual, creo yo, no ha de hacernos caer en la crítica simplona, sino en pensar en la necesidad de establecer mecanismos potentes para subsanar esto, elementos que tengan que ver con la educación; con la información veraz; con la libertad de expresión y con el debate. Por otra parte, no estoy inventando ninguna idea nueva, sino que las nociones que exponen estas palabras, se pueden encontrar en el articulado de la Constitución Española o en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; únicamente habría que secarlas un poco, para que dejaran de ser papel mojado.
  • Tras muchos renglones ya completados, ha aparecido un concepto esencial en todo el asunto que estamos tratando, “el debate”. En mi opinión este es uno de los elementos de cambio radical que se está colando en la vida política, por medio de Podemos. La dinámica de partidos políticos a la que nos hemos acostumbrado, nos ha presentado a estas formaciones como bloques monolíticos, de los que salen ideas unívocas, con las que todos sus integrantes están de acuerdo y en la misma línea, nos ha colocado las siglas de cada uno de ellos en un panel rectilíneo, donde hay un centro y dos lados; asignando una posición a cada cual en el diagrama. Este dibujo unidimensional distorsiona Ni la armonía que se nos presenta es real, ni la línea sobre la que se colocan los partidos es creíble.totalmente la realidad, ya que ni la armonía que se nos presenta es real, ni la línea sobre la que se colocan los partidos es creíble. A poco que sepamos salir del bosque y tomar perspectiva, se hará evidente que las formaciones políticas están integradas por personas, que inexorablemente tienen opiniones diversas y que aunque puedan contar con acuerdos básicos, no pueden presentarse como un conjunto siempre unánime y sin fisuras. Por otro lado, la susodicha línea está completamente falseada, ya que dependiendo de dónde sitúe uno el cero, así se podrá llamar radicales a unos o a otros, aunque defiendan postulados completamente razonables; una mentira puede convertirse en verdad, a fuerza de repetirla muchas veces. La cuestión que pretendo defender con estos argumentos, es el hecho de que el rodillo de los partidos (especialmente los mayoritarios), supone un falseo esencial en el debate político, ya que tiene la tendencia de presentar las ideas como bloques unitarios, sobre los que no se puede opinar; una especie de todo o nada que obligan a tragar entero, sin la oportunidad de digerir cada parte. A su vez, la vinculación de los partidos con los mecanismos del poder, redunda considerablemente en el empeoramiento de este aspecto, ya que convierte ese lugar llamado “congreso de los diputados”, en una especie de escenario teatral, donde se representan segundos guiones dirigidos a la opinión pública, dejando el argumento principal escondido entre líneas. Ni que decir tiene que son P.S.O.E. y P.P., los que mejor responden a las características descritas, añadiendo a la lista a otros, sobre todo los nacionalistas, que también han disfrutado de las mieles del triunfo en uno u otro lugar.
  • En definitiva, el punto de vista que estoy intentando plasmar, es el hecho de que la visión de la vida política como un juego de conjuntos cerrados, en los cuales, apenas hay oportunidad de participar y que se nos presentan como opción de tarde en tarde, adornados con un sin fin de eslóganes publicitarios; es una propuesta que ha demostrado, escasa agilidad para resolver problemas y una fantástica maestría para crearlos. La teoría de la democracia representativa, donde unos señores o señoras, bien peinados, nos sonríen desde algún televisor cada cuatro años, asegurándonos que no nos tenemos que preocupar de nada; ha resultado ser un experimento claramente fallido en muchos aspectos. Así, su resolución pasa sin duda por profundizar drásticamente en la participación ciudadana; una participación que tiene que plasmarse mediante operativos que permitan el debate, la opinión, el control sobre la actividad política; la decisión directa sobre cuestiones trascendentes; la revocación de cargos que no cumplan sus responsabilidades; etc.
  • Y situados en este contexto, cabe una pregunta: Si planteamos una democracia con una participación mucho más directa, ¿Cuál es la función real que han de cumplir los partidos políticos? Desde luego, su dinámica actual no se adapta ¿Cuál es la función real que han de cumplir los partidos políticos?en absoluto al planteamiento trazado; el debate sobre cuales han de ser las políticas que en cada momento y en cada aspecto de la vida, nos deben servir de guía, ha se rescatarse de las mesas de los despachos y trasladarse a los bares, a las familias, a las tertulias de amigos y por qué no a las asambleas de ciudadanos. La cuestión entonces estaría en construir herramientas que permitan la participación y el compromiso de cada cual con su responsabilidad; la conversión de ese concepto llamado “democracia real” en algo verdaderamente viable.
  • Finalmente apuntar, que en mi opinión esta cuestión es el verdadero elemento rompedor que la formación Podemos introduce en el devenir político; un elemento que en definitiva abre la caja de Pandora y plantea un cambio radical en nuestro funcionamiento democrático. Se trata simple y llanamente, de hacer valer el viejo principio “El poder reside en el pueblo”, un axioma que supuestamente es el cimiento del régimen constitucional en el que convivimos, pero que sin embargo, cada vez que alguien intenta desarrollarlo, los nervios afloran en las esferas de poder y comienzan a pintarse cuernos demoniacos en las fotografías de los que osan esgrimir esta sentencia. Resulta que vivimos en un mundo, repleto de grandes máximas, que se escriben en letras de oro y que luego se guardan en un cajón con cerradura de seguridad y número secreto; para que no molesten cuando la realidad las desmienta machaconamente. Abramos pues esos cajones y colguemos la solidaridad, la libertad y la justicia, en los quicios de las puertas de nuestra vida política.