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Raquel Arranz trabajando en su quesería.

|Por Pablo Maderuelo|

Aunque nació en Madrid, Raquel lleva más tiempo viviendo en Sacramenia (372 habitantes) que en ningún otro lugar. No llegó allí por casualidad sino porque es el pueblo en el que nació su padre y donde contaba con una explotación ganadera compuesta por ovejas.

Arrancaban entonces los años 90 y Raquel estaba terminando sus estudios. En aquella época, el país se acercaba a una de sus crisis económicas más duras y eso se tradujo en un aumento del precio de los piensos, de la energía y en unos menores márgenes de beneficio que pusieron en riesgo la viabilidad de muchos negocios y el futuro de numerosas familias.

“Veía cómo cada vez le exigían más, los precios eran más altos y, sin embargo, le pagaban la leche al mismo precio o incluso más bajo. Como le ayudaba en las gestiones, hablé con él y le dije que no podíamos trabajar para mantener a las ovejas, sino que eran las ovejas las que tenían que ayudarnos a nosotros a poder mantenernos”, explica.

Por aquel entonces, Raquel empezó a interesarse por el queso. Se marchó hasta Cantabria para formarse y volvió “enamorada”. Cuando volvía de allí ya venía pensando cómo preparar sus propios quesos artesanales, dónde colocar las cámaras, cómo aprovechar la mejor ubicación, etc.

Fue un trabajo complejo y duro, pero, el 1 de noviembre de 1999, Raquel y su familia hicieron la primera elaboración que les permitió lanzar su propia quesería artesana, producir alimentos de calidad basados en sus propias ovejas y poder permanecer en el medio rural, que les apasiona.

 

“Siempre he tenido claro que quería ser artesana en el medio rural”

“Desde el minuto 1 sabía lo que quería hacer y que quería vivir en el medio rural, algo que es una elección propia, no una imposición de nadie. Tenía muy claro que quería ser artesana y hacer algo diferente y de calidad. Y qué mejor calidad que la leche de nuestras ovejas, que sabíamos cómo las cuidábamos y cómo las alimentábamos. Tengo claro que hacer un buen producto es fácil si tienes una buena materia prima. Y para tener una buena materia prima tienes que cuidar a los animales”, añade.

El arranque fue difícil. “Era mujer, joven, autónoma y vivía en el medio rural. Pero, como dice mi tía, no soy perseverante; soy infinita. Y, es verdad. Lucho mucho por aquello en lo que creo y estaba convencida de que mis quesos, siendo tan diferentes y un producto artesanal, tendrían un hueco en el mercado. Y así fue”, asevera.

Pronto, aquella primera elaboración se convirtió en tres variedades diferentes de queso de oveja: curado, semicurado y añejo. Y, un poco después, Raquel decidió ampliar horizontes y comenzar a producir postres a partir de materias primas naturales suministradas por “personas que trabajan con la misma pasión” que ella.

 

17 variedades de yogur de oveja: mandarina, gin tonic y hasta ponche segoviano

Hoy, todos estos años después, produce 17 variedades diferentes de yogures de oveja entre las que destacan los de mandarina, fresa con naranja, lima limón, gin tonic, mojito, chocolate blanco o incluso ponche segoviano.

También elabora cuajadas e incluso es la única quesería de España que elabora yogures con leche de burra. “Me traen la leche desde Zamora. Procede de una variedad de burra, la zamorano-leonesa, que se encuentra en peligro de extinción desde hace 35 años, así que también contribuye a poder salvar esta especie”, dice.

“Siempre estuve convencida de que mis quesos, siendo tan diferentes y artesanales, tendrían hueco en el mercado”

Han pasado más de dos décadas y tanto el éxito de Raquel como su capacidad de innovación y la generación de oportunidades ha quedado constatado. El boca a boca fue fundamental durante los primeros años y lo sigue siendo, aunque Internet y los medios de comunicación han ayudado a ampliar los públicos y llegar a todos los rincones de España.

Por eso, digitalizarse ha sido en estos últimos años un reto de gran importancia y es, a su vez, uno de los desafíos más importantes que tiene Raquel en el corto y medio plazo. Por eso, este último trimestre de 2022 estrena una tienda online que permitirá agilizar la gestión de los pedidos que ya recibe desde distintas zonas de España.

“A veces me llegan a mí los pedidos a través del móvil o del correo, pero cada vez son más y no puedo dedicarle tanto tiempo. Mi tarea principal tiene que seguir siendo mi gorrito, mi termómetro, mi pH y mis botas de agua para poder seguir elaborando”, indica.

 

La importancia del trato personal

No obstante, Raquel siempre encuentra un momento para escribir un mensaje personalizado que acompañe a cada pedido. Y es que asegura que le gusta “el trato personal “y lamenta que últimamente la sociedad se está “deshumanizando un poco.” “A mí no me cuesta ningún trabajo y ellos lo agradecen”, añade.

De cara al futuro, Raquel dice que llegará hasta donde pueda, sin querer fijarse metas demasiado ambiciosas. “Queremos seguir siendo nosotros y preservar nuestra esencia, nuestra alma”, dice, aunque cree que, tras la pandemia, hay una mayor apuesta por comer cano, natural y artesano.

Y es que, si hay una meta que Raquel tiene clara, además de seguir viviendo en el pueblo, es poder pagar a sus hijos los estudios que ellos decidan. “Lo que quiero es que estudien lo que les haga felices porque me gustaría que sientan por su trabajo la misma pasión que yo siento por el mío”, asegura.

Mientras tanto, Raquel seguirá levantándose cada mañana con la satisfacción de hacer lo que le gusta y con el orgullo de haber podido crear, a partir del queso, algo más de una profesión: un estilo de vida.

 

Sobre Pinariegas

Pinariegas es una iniciativa desarrollada por el Grupo de Acción Local Honorse Tierra de Pinares en el marco de la Estrategia de Emprendimiento de la Mujer en los ámbitos Agrario y Agroalimentario dirigida a dar visibilidad a proyectos innovadores de la comarca y a difundir las oportunidades que este sector supone para la creación de nuevos proyectos y la fijación de población.