| CONTENIDO OFRECIDO POR HONORSE TIERRA DE PINARES | 
|Por Pablo Maderuelo |

“Soy agricultora y ganadera, y me gano la vida con ello. Pero, además, soy una mujer que vive en un pueblo y me condiciona, a mí y a mi familia, tener unos buenos servicios, una buena educación, unas buenas carreteras o una buena cobertura de Internet. Por eso no concibo mi vida sin haber batalla en numerosos frentes”.

Son las primeras palabras que me brinda Rosa Arranz en mi encuentro con ella. Y son el mejor anticipo posible de su historia, que es la de una mujer entregada y comprometida con aquello en lo que cree.

Su historia arranca en Campaspero, el pueblo en el que nació. Sin embargo, no es posible entenderla sin su paso por Valencia o por Valladolid hasta llegar a Olombrada el pueblo en el que vive actualmente y donde se dedica, conjuntamente con su marido, a la crianza de cochinillos.

Aunque sus padres no eran agricultores, el primer contacto de Rosa con el sector primario fue a través de las tierras de la familia. Pero no sería hasta unos años más tarde, tras casarse con su marido, cuando aterrizó “de forma natural” en la ganadería, sector al que se dedicaba su familia política.

Rosa trabajaba en la Diputación Provincial de Segovia, pero llegó un momento en el que se centró definitivamente en los animales. Explica con detalle la dureza del trabajo de la granja y la complejidad de las tareas administrativas. Y destaca, por encima de todo lo demás, el mimo con el que cuidan a sus animales. “Un día nos llevamos ocho cochinillos recién nacidos a casa y los alimentamos con jeringuillas porque su madre había muerto en el parto”, recuerda.

Se nota que cree en el trabajo que hace. Y que disfruta aún más al poder desarrollarlo en familia.

No esconde que le encantaría que su hija mayor, que estudió Traducción pero que optó por quedarse en la comarca y trabajar en una cooperativa del campo, tome algún día las riendas de la granja. Tanto a ella como a sus dos hijos varones les ha transmitido sus valores y su forma de ver la vida y buena muestra de ello es el interés que su hijo mediano ha desarrollado por la igualdad de género o la involucración de su hijo pequeño con el entorno en el que vive.

En su granja, que tiene ya más de 50 años, Rosa y su marido tienen alrededor de medio centenar de cerdas reproductoras, así como los cochinillos que nacen de ellas y que se quedan en la granja hasta que alcanzan un peso comprendido entre los 5,3 y los 7 kilos, que es lo que establece la marca de garantía Cochinillo de Segovia. Su destino acaba siendo restaurantes ubicados en Segovia capital y en Madrid, a través del operador con el que trabajan.

Actualmente, el sector se ha recuperado, pero la primera parte de la pandemia fue especialmente dura. Bajaron drásticamente los precios, pero “los animales tenían que comer todos los días, hacían falta medicamentos, cuidados, pienso, etc.”, lo que puso a este tipo de granjas, familiares y de pequeño tamaño, ante una situación realmente difícil.

 

Más apoyo para el sector primario

Rosa cree que la agricultura y la ganadería requiere un apoyo más decidido. “La gente no acaba de darse cuenta de que el sector primario no puede caer porque la gente tiene que comer todos los días”, explica, para advertir a continuación del necesario relevo generacional y de la importancia de hacer atractivo al sector para que se incorporen nuevos trabajadores y gente joven.

Cree que las mujeres pueden jugar un papel especialmente relevante, como han hecho siempre, puesto que, recuerda, “las mujeres han trabajado muchísimo en el campo, con el ganado y en la casa”. Pone su esperanza en los casos que conoce de “mujeres que se son jóvenes, tienen una carrera, pero que han tenido claro siempre que su trabajo iba a ser una explotación ganadera”.

Por eso, valora muy positivamente el trabajo de todas las personas y entidades que llevan a cabo programas dirigidos a fomentar la incorporación de los mujeres y jóvenes tanto al sector primario como al medio rural en su conjunto.

Para ello, cree que es fundamental transmitir en colegios e institutos “el orgullo rural, la satisfacción de pertenecer a una comunidad”. “Deben tener en mente que su proyecto de vida puede ser en el pueblo y que no por irse a las ciudades tienen que desvincularse de su territorio”, dice.

Rosa lo tiene claro. Está orgullosa de su proyecto, de su granja, de su pueblo y su comarca. De que sus tres hijos sigan su ejemplo y se involucren en hacer mejor el mundo que les rodea. Ella no entiende la vida de otro manera y, por esa razón, seguirá involucrada en todas aquellas entidades e iniciativas desde las que pueda trabajar por el medio rural. Por su comunidad.

 

Sobre Pinariegas

Pinariegas es una iniciativa desarrollada por el Grupo de Acción Local Honorse Tierra de Pinares en el marco de la Estrategia de Emprendimiento de la Mujer en los ámbitos Agrario y Agroalimentario dirigida a dar visibilidad a proyectos innovadores de la comarca y a difundir las oportunidades que este sector supone para la creación de nuevos proyectos y la fijación de población.