| CONTENIDO OFRECIDO POR HONORSE TIERRA DE PINARES |

|Por Pablo Maderuelo |

Cuando era una niña, Lara cogía la carretilla de su familia y se iba con ella hasta la huerta de la señora Trini, en Aguilafuente. En función de lo que fuesen a comer, su abuela le decía qué es lo que tenía que comprar y ella, feliz, se ponía manos a la obra y se iba a comprarlo. “Prácticamente, lo cosechábamos in situ”, recuerda. 

Han pasado varias décadas desde aquellos momentos. Años en los que ha cambiado mucho la manera en la que compramos lo que comemos. “Se ha perdido la riqueza que suponía conocer quién cultiva la tierra y cómo crecen los productos que nos llevamos a casa”, explica Lara. 

Esta es la razón por la que decidió ponerse manos a la obra y dejar Madrid, donde tenía su puesto de trabajo. Lo hizo con el fin de cultivar un terreno de su familia y dedicarlo a hortalizas de temporada destinadas directamente al consumidor. “Sin intermediarios. Haciéndole partícipe de los alimentos que se comen”. 

Cumplida ya la primera etapa del proyecto, Lara echa la vista atrás y cree que esa implicación del consumidor sí “se está consiguiendo”. “Se preocupan por los productos, por si se han helado las plantas, y eso no pasa en un lineal de supermercado”, indica. De ese modo, se establece una conexión entre productor y consumidor que contribuye a mantener la tradición y “hace incluso que el alimento sea más rico”.  

Actualmente, Lara cuenta con cuatro invernaderos que ocupan una superficie de 2.000 metros cuadrados y otros 500 metros cuadrados adicionales de huerta a cielo abierto. Principalmente, cultiva tomates; pero también, otras hortalizas de temporada como calabacín, calabaza, pimientos, berenjenas, pepinos, judías verdes, acelgas, repollos, lombarda o patatas. 

“Son semillas de aquí o de la zona, trabajadas a la manera que siempre se ha hecho aquí. Esto permite que tengan una serie de características genéticas que les confieren mayor resistencia a las plagas de aquí”, explica Lara. Sin embargo, eso también hace que tenga que renunciar a la producción masiva. “La cantidad nunca será muy grande, pero, eso sí, será de mayor calidad”, añade. 

La mayor parte del trabajo de Lara se concentra entre los meses de mayo y noviembre. “Los meses más fríos es cuando estamos descansando y preparando la tierra. Y, a mediados de junio ya solemos tener los primeros tomates, porque los invernaderos nos permiten adelantar ligeramente las fechas”, explica. 

“Quiero dejar la tierra mejor que como la encontré”

Lara, por su formación y por su experiencia, sabe lo importante que es cuidar la calidad de la tierra en la que cultiva sus productos. “Los minerales, los microorganismos y la materia orgánica son la base fundamental de un suelo vivo que produzca alimentos de calidad”, señala. 

Los que Lara incorpora proceden de la propia explotación. Tiene, en el mismo terreno donde se encuentra la huerta, dos caballos que “consumen los restos vegetales, estercolan y ese estiércol se incorpora al suelo, generando con ello esa materia orgánica y esos microorganismos que son la base fundamental de que todo funcione”. 

“Es un aprendizaje diario. Cada vez sé un poquito más cómo hacer las cosas porque cada vez me interesa más. Por eso, creo que cada vez cuido un poquito mejor del suelo. Y eso es muy importante porque, al final, esta explotación que estoy cultivando, es de paso. Quiero dejarla, si no es igual, incluso un poquito mejor para las generaciones futuras”, afirma. 

La apuesta de Lara por la economía circular y la sostenibilidad se traduce también en el uso de placas solares en la explotación. Con ellas, pone a funcionar los motores de riesgo, las pocas bombillas que necesita para generar iluminación y genera la energía que necesita para el ordenador o el cobro por tarjeta. 

 

Emprender en el sector primario y en el medio rural 

“Emprender en el medio rural es complicado. Hay que tener mucho valor y tener las cosas muy claras”, explica Lara. 

Es fundamental, desde su punto de vista, que la persona que decida lanzar su proyecto se rodee de gente en situaciones parecidas para crear redes de apoyo y “hacer un poco de tribu”. 

Es importarse con otras personas que hayan emprendido. Nos juntamos, hablamos e intercambiamos experiencias. Y lo es, más aún, emprendiendo en el medio rural. Porque lo único que echo de menos de Madrid es el entorno y la vida social. Aquí hay que moverse para sacar adelante el proyecto y no perderse con él”, explica. 

Lara no solo no se ha perdido en su proyecto, sino que, sin darse cuenta, ha conseguido traer a la actualidad aquella carretilla que ella utilizaba para ir a la huerta de la señora Trini. Solo que la carretilla es hoy el maletero de un coche o una caja de fruta que sale de su tierra llena de tomates. 

Y esa carretilla reconvertida y actualizada no es sino el símbolo del interés que consigue que sus clientes pongan en los productos que comen. Productos creados por Lara desde la tradición, el conocimiento, el cariño y, sobre todo, desde la calidad, la dedicación y la proximidad. 

 

Sobre Pinariegas

Pinariegas es una iniciativa desarrollada por el Grupo de Acción Local Honorse Tierra de Pinares en el marco de la Estrategia de Emprendimiento de la Mujer en los ámbitos Agrario y Agroalimentario dirigida a dar visibilidad a proyectos innovadores de la comarca y a difundir las oportunidades que este sector supone para la creación de nuevos proyectos y la fijación de población.