| Jesús Ángel Muñoz |
La vida tiene tantas y tan interesantes sendas como los cientos de caminos que conectan desde hace siglos nuestros pueblos. Algunos trayectos tuvieron su importancia tiempo atrás. Con el paso de los años, dejaron de tener sentido y la naturaleza los trasladó al recuerdo.
Unos tramos son desconocidos por el caminante hasta el instante en que se pierde y azarosamente los encuentra; otros son recomendados por los compañeros de viaje o, incluso, pueden llegar a ser creados consciente o inconscientemente por sus habitantes para facilitarse la existencia. El nacimiento de este periódico digital forma parte de este proceso.
Es curioso, por otra parte, que todos los recorridos descritos mantengan un nexo en común: reflejan o han reflejado la realidad de su tiempo y han intentado proyectar, con mayor o menor éxito, las singularidades del territorio donde están asentados, esto es, han contribuido a fraguar su identidad.
Ahora bien, ¿cuál es la identidad de nuestros pueblos, de nuestra comarca? La aclaración no parece tan asequible hoy como hace unos años donde los principios identificadores parecían estar más claros. En los tiempos de cambio y de convulsión social que nos toca vivir, los valores se han transformado, invitándonos a la duda, a no saber reconocer la verdadera estructura que nos hace sentirnos parte de un todo.
En mi humilde opinión, no hace falta irse lejos para iniciar el viaje de búsqueda: las respuestas contemporáneas podemos encontrarlas en los testimonios de nuestras gentes, especialmente en nuestros mayores, en el potencial de los jóvenes y en la ilusión de los niños. Las contestaciones pueden hallarse, de igual forma, en los movimientos de cualquier índole surgidos en nuestro entorno por su preocupación hacia un aspecto concreto de la esfera comunitaria.
La mirada de nuestros mayores alberga nostalgias de un tiempo que no regresará, pero también guarda la experiencia meditada que con el paso de los años les ha permitido salir hacia adelante honradamente. Los jóvenes tenemos en nuestra mano el poder de la acción para materializar las demandas de la sociedad actual –que pasa, necesariamente, porque la propia sociedad nos dé un mayor grado de confianza y nosotros mismos nos concienciemos de que somos el auténtico motor de cambio–. Los niños, por su parte, acaparan el futuro. Su creatividad inocente les permite concebir ideas innovadoras, sin ataduras racionales, que pueden ser aprovechadas por los adultos mediante su desarrollo sostenible.
Como constructores de realidad social, los comunicadores de hoy en día tenemos el reto –y también el deber– de proponer y contribuir a la génesis de nuevas fórmulas que impulsen el devenir de nuestro medio rural, de nuestra comarca y, por ende, de toda la provincia.
Debemos ser capaces de poner en valor la riqueza patrimonial y testimonial de nuestros pueblos en su justa medida, favoreciendo el intercambio de conocimientos y saberes entre sus gentes, sin olvidarnos de la reciprocidad entre los distintos agentes culturales, sociales y económicos. Quizás no tanto con el carácter prioritario que marca el género informativo, sino aplicando dinámicas más pausadas, atemporales.
Tenemos que ser abono de la “red” que hoy me permite estar aquí, frente al mirador, contemplando el otro lado de la sierra, deseoso de volver a encontrarme con lo propio. Ganas de emprender mientras sueño despierto el porvenir de un nuevo canal que apuesta por la integración de la comunicación en los nuevos entornos digitales. Verdaderos desafíos quedan por delante: superar la literalidad del acontecimiento en sentido estricto y conducirnos al espacio de la “nube comunicativa”, aquella donde compartir contenidos que nos enriquezcan. Poner en común herramientas de empoderamiento social. Mantener vivo, en definitiva, el medio rural dentro y fuera de él.
Nuestros pueblos no atraviesan por su mejor momento como tampoco lo hace la profesión periodística. Las zonas rurales ofrecen ventajas y desventajas, pero cuentan con oportunidades potenciales que requieren concienciación y proactividad por parte de todos, independientemente del rol que se tenga. Aquí es, a mi parecer, donde debemos concentrar nuestros esfuerzos durante los próximos años.
Quiero aprovechar la ocasión para daros la bienvenida desde la distancia que es próxima, gracias a esta plataforma, a los intrépidos lectores y visitantes así como desear larga trayectoria a este medio que acaba de nacer como punto de encuentro de los vecinos de la comarca. Para encontrar nuestra identidad. Para poner en común lo que somos. Estamos en marcha. Estamos en camino.