| Por F. Cardaba |

Gabriel García Márquez nos ha dejado estos días, o sea, ha dejado de hacer su oficio que era la escritura. Y yo, que casi nunca había hecho el propósito de escribir, voy y me pongo a ello. Curioso… Unos lo dejan, otros lo retoman. Como si las palabras tuvieran que seguir el curso de los ríos del lenguaje. Y no es que pretenda mágicamente continuar su labor; no, él ya dijo sus palabras sabias, yo diré las mías necias. Sin embargo ahí está la paradoja, la señal, la casualidad que hace especial al simple hecho de empezar a publicar mis opiniones, pensz­­­amientos o reflexiones. Me apetece vincularlo porque  lo bautiza de algún modo.  Sus novelas fueron, para muchos de nosotros, senderos de curiosidad hacia la lectura de muchas otras historias.

Tampoco será ese inicial Macondo el objeto de las palabras, aquella aldea ficticia de Cien años de soledad donde había que señalar las cosas para mencionarlas, tan reciente era el mundo, y donde las casas y propiedades habían sido dispuestas de manera igualitaria entre sus vecinos… Mi Macondo particular será Cuéllar y sus próximas latitudes casi siempre, aunque sin dejar de mirar qué ocurre en esa otra aldea global que es el mundo.

Y será gracias al nacimiento de este nuevo medio de comunicación, escuellar.es.

Después de los últimos acontecimientos en los medios que cubren las noticias de nuestro entorno, resulta  necesario en Cuéllar que se remueva el árbol de lo establecido y se creen espacios diferentes desde donde informarse. Será bueno que haya medios independientes aparte de los ya conocidos porque quizá tengan más libertad a la hora de dar más cabida  a temas que, por falta de espacio o tiempo, no se les presta tanta atención. Tendrán la oportunidad de ofrecer cercanía a las personas y colectivos activos en nuestra sociedad. Y con mayor diversidad de temas. Desde mi punto de vista, en Cuéllar parece que todo lo copen noticias sobre toros y Semana Santa. Pero la realidad es mucho más heterogénea y rica política, social y culturalmente. Comunicación. Información. Opinión. Reflexión. De lo que ocurre, de lo que nos ocurre…

A mí se me ha dado la oportunidad de opinar por este medio, y doy las gracias por ello. Resulta difícil hablar del lugar en que vives de una manera nueva, limpia y serena, que es como me gustaría hacerlo,  porque el bagaje del tiempo y lo vivido condiciona el prisma por donde se ven las cosas cotidianas, y es inevitable hacer comparaciones con otros lugares o macondos, con otros tiempos o pasados cuéllares. Sería fantástico que todo fuera nuevo, que todo estuviera por construir entre todos, que todos arrancáramos con igualdad de oportunidades… Pero no es así. Aunque podría serlo. Así que trataré de ponerme de vez en cuando ese prisma de ilusión para no caer siempre en la queja de lo que no se tiene o de lo que no sucede, en los prejuicios, en las cantinelas manidas de lo que han llamado crisis, y apelaré a esa primera mirada al mundo, a la “inocencia”, que no al candor, al niño que fui  para descubrir de nuevo este pueblo, estas gentes y estos lugares. Tal y como fue Macondo en sus inicios.